Afrontar la realidad desde la firme convicción de poder salvarla, es el acto de mayor fe que puede tener cualquier ser humano y esa firme convicción de contar con los elementos necesarios en el momento idóneo representa el dogma de la fe.
En sí, es esa certeza de que Dios está entre nosotros y entender la adversidad como parte de la vida, inclusive, interpretarlo como lección de la misma.
Las palabras de monseñor Curiel y monseñor Basabe, en las eucaristías del sabado pasado durante la Visita 165 de la Divina Pastora, invitaron a ese pueblo que se volcó nuevamente en forma masiva y unida por las calles de Barquisimeto a no perder la fe a vivir creando esperanza, dejar atrás el pesimismo y actuar desde donde estemos, hasta donde queremos llegar.
Importante que cada quien haga lo correspondiente y para eso tenemos la esperanza que concede la fe, una fe que no solo espera milagros, esa fe interna que sin ella, para nosotros el pueblo católico nada es posible porque negarla sería confesar la ausencia de nuestra creencia.
La fe que necesitamos en este momentos no es la que espera, tampoco es la de los conformes, el llamado es a trabajar duro, a desprenderse de lo que le haga falta al otro, por supuesto, los que tienen cómo hacerlo a dejar el egoísmo, recordemos que nada nos llevamos cuando partimos.
También, en el discurso de bienvenida a la excelsa Madre a Barquisimeto, se nos pidió ser auténticos, a reconocer nuestros errores y a ser flexibles para poder hacer el equipo, entendiendo que solos podemos hacer muy poco. Necesario es el entendimiento, la concertación de ideas es fundamental para la construcción de la Venezuela posible, esa que hoy anda desdibujada en el colectivo y ni los falsos líderes son capaces de realizar, ni siquiera un esbozo para diseñar el plan que por fin la haga posible.
Debemos recordar que nacimos en una tierra privilegiada, con gente maravillosa, con costumbres siniguales, gracias a nuestra mezcla de razas, poseemos una cultura variopinta que nos diferencia y nos proporciona alegría al vivir. A pesar de nuestra debacle política y económica, el venezolano es alegre, eso es mucho decir, como decimos por acá, ya es mucho cuento.
Por esto y más, desde nuestra creencia en Dios y cubiertos por el manto Mariano de nuestra Virgen, debemos agradecer en grande, el agradecimiento también es importante, es reconocer y vivir lo bueno que nos ha sido concedido. La gracia es cuestión divina, la salud nuestro mayor tesoro, cosas que no todos ven, muchos lo dan por entendido, importante el gesto de agradecer es parte de la humildad que tanta falta hace para un mundo mejor
Así entonces, agradeciendo lo que somos y lo que tenemos como territorio geográfico, comprometidos con nosotros mismos a hacer el máximo esfuerzo para el bien común, olvidando un poco lo personal y pensando en lo colectivo, sabiendo que si podemos con lo que queremos y convencidos en el logro de nuestros sueños, jamás perderemos la esperanza.
No creo que haya mejor deseo para un comienzo de año que esa invitación a ser nosotros, la gente común los protagonistas de esta versión de país que nos ha costado tanto.
Juntos, con respeto a la diversidad de pensamiento, amparados en el trabajo y la constancia y cumpliendo cada quien su rol, demostraremos que no necesitamos un mesías, solo queremos un equipo que guíe a todo este país a un mejor vivir, ese líder debe ser gerente y capaz de entender los deseos y las ganas de la mayoría de los venezolanos.
Queremos vivir en paz y progresar, nos toca a nosotros mismos diseñar el camino que nos conduzca a la tierra prometida, esa tierra de gracia que será la nueva Venezuela, esa que todos soñamos y donde todos cabemos.
¡A trabajar!
Por: Pedro José Álvarez Chirinos.-
http://www.diarioelinformante.com.ve/2023/01/llenos-de-fe.html
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